1873. Un año difícil para Cieza

Tras la abdicación del rey Amadeo I en febrero de 1873 la situación pasó a ser muy inestable en el conjunto de España. Por Murcia se extendió “algún pánico”, como dejó expresado el periódico “La Paz”. Junto con el mal tiempo, las noticias que llegaban desde Madrid dejaron desiertas las calles de la ciudad.

Algo similar ocurrió en Cieza, donde se realizó un alistamiento de Voluntarios de la República, capitaneados por Rafael Talón, contando con cien fusiles traídos desde Cartagena.

Se sucedieron tres alcaldes y al último en ocupar el cargo, Benito López Giménez, le sorprendería la proclamación en junio de la República Federal, momento en que el Ayuntamiento decidió «acatar y respetar la resolución» ofreciendo al Presidente de las Cortes, mediante telegrama, la cooperación de la municipalidad.

El movimiento revolucionario se había desencadenado tras la retirada de las Cortes de la minoría federal intransigente con la constitución de un Comité de Salvación Pública que pronto fue rebasado por los acontecimientos. Los federales exaltados de las provincias no esperaron a la proyectada Constitución federal y proclamaron por doquier sus cantones, iniciándose la insurrección en Cartagena con la proclamación del Cantón murciano. Los cantonales cartageneros proyectaron una especie de «Gran Murcia» a las que se unirían las tierras albaceteñas no manchegas. Realizaron distintas expediciones que los condujeron desde Cartagena y Murcia hasta Hellín utilizando el tren como medio de transporte de las tropas. En los distintos puntos de la ruta fueron deteniéndose y proclamando la autoridad del Cantón.

En Cieza ocuparon la Casa Consistorial con el apoyo de los republicanos locales que se constituyeron en Junta Revolucionaria. El Ayuntamiento, dada la imposibilidad de contrarrestar las fuerzas revolucionarias, decidió respetar sus resoluciones, limitándose a expresar sus protestas. La Junta Revolucionaria dio armas a sus seguidores y realizó algunos nombramientos con el fin de conseguir un control duradero de la situación.

Pero poco después Antonio Téllez recuperó la alcaldía, una vez que la fuerza expedicionaria venida desde Cartagena abandonó la ciudad, procediendo a su vez al desarme de los Voluntarios de la República, dictándose autos de prisión contra los participantes en la tentativa cantonal, que en gran parte había conseguido huir de la población.

Pero estaba muy lejos de instalarse la tranquilidad en Cieza, ya que tan sólo un mes después, en septiembre de 1873, apareció la amenaza de las tropas carlistas.

Téngase en cuenta que en ese momento se libraban tres guerras civiles en España, una en relación al modelo de Estado, otra en relación a la pretendida legitimidad de la rama carlista de los Borbones en cuanto a quién debía ocupar la Corona en el caso de que la Monarquía fuese el modelo de Estado triunfante y otra guerra en Cuba, al surgir en la isla los primeros movimientos separatistas.

Los carlistas se acercaron hasta las inmediaciones de Cieza, por lo que su población preparó para un ataque armado. En octubre, una partida de 800 hombres había llegado hasta La Melera, desde donde llegaron informaciones alarmantes: sus planes pasaban por dar fuego a la estación de Las Minas y venir luego hasta Cieza, así que la intranquilidad se mantendría. De hecho en enero las tropas carlistas invadieron Albacete y cortaron el puente de la vía férrea de Tobarra. En Cieza se decidió «resistir hasta donde aconsejen los límites de la prudencia y las condiciones del pueblo», con una movilización general entre sus habitantes.

Todavía, meses después, Miguel Lozano, un oficial natural de Jumilla que lideraba una partida carlista entraría en Cieza con 1.200 hombres y con el botín acumulado. Venían de Blanca donde habían quemado la estación de ferrocarril, incendiado su registro civil y destruido las placas que homenajeaban a la República, al Progreso, a la Libertad y a la Soberanía Nacional, una verdadera declaración de intenciones.

Las brigadas de Trujillo, Arnáiz y Rivera se habían enfrentado con los carlistas en Fortuna y dos de ellas partieron hacia Cieza para encontrarse con la partida de Lozano, que venía desde Abarán con el dinero y las raciones de comida conseguidas, exigiendo allí otros 8.000 reales que aún estaban contándose cuando empezaron a escucharse disparos entre Abarán y Cieza, desarrollándose entonces la Batalla de Cieza, de la que hablamos en otra ocasión.

Tiempos difíciles, sin duda.

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