Un nuevo año

He leído que el segundo bisiesto se eliminará a partir de 2035 (https://www.bbc.com/mundo/noticias-64026796). El segundo es la unidad base para la medida del tiempo en el sistema internacional de medidas y la Oficina Internacional de Pesos y Medidas decidió añadir periódicamente un segundo intercalar cuando la diferencia entre el tiempo astronómico y el universal (dictado por los relojes atómicos) se aproxima a 0,9 segundos.

La medida que ahora se pretende rectificar venía motivada porque la medición basada en las vibraciones de los átomos es estable mientras que el tiempo que demora nuestro planeta en girar sobre sí mismo varía. Las fuerzas de las mareas, el hecho de que no sea un objeto sólido sino que registra movimientos en su corteza y el hecho de su núcleo sea líquido, son algunos de los factores que contribuyen a esta variabilidad.

Pero no siempre hemos medido el tiempo con esa precisión.

El calendario antiguo de la era romana tenía diez meses, con una duración de treinta y un días para cuatro de ellos y treinta días para los demás, lo que hacía un total 304 días. Muy poco preciso.

En ese momento el principio del año romano se situaba en marzo para poder preparar las campañas bélicas de la primavera y el verano. Se nombraban entonces los nuevos cargos públicos de la República.

Claro que la elección de en qué momento comenzar y terminar el año era y es arbitraria. De hecho el año nuevo chino comenzará el próximo día 22. Entonces, por qué nosotros comenzamos el año el 1 de enero. Fueron los romanos quienes lo establecieron para solucionar un problema interno. Las guerras celtibéricas y la extraordinaria resistencia que este pueblo opuso al dominio romano fue la responsable del cambio. Una de las ciudades donde esta resistencia fue mayor fue Segeda, perteneciente a la tribu celtibérica de los bellos, cerca de la actual Calatayud, en Zaragoza.

El Senado romano nombró cónsul a Fulvio Quinto Nobilior para atacarla, pues según su versión había roto el tratado de Graco al estar ampliando su muralla defensiva y lo dotó de un ejército de 30.000 hombres para hacer frente a la situación. Sus habitantes huyeron entonces hacia el territorio de los arévacos (Numancia), acogiéndose a su protección. Una federación de tribus celtibéricas al mando de Caro presentó batalla al cónsul romano en agosto del año 153 a.C., sufriendo las tropas romanas una aplastante derrota en la que murieron seis mil ciudadanos romanos. Conocida la derrota, el senado nombro «nefasto» ese día (los romanos dividían los días entre fastos y nefastos).

La incidencia de las guerras celtibéricas queda bien reflejada si consideramos que se llegó a modificar la constitución romana para poder enviar como generales a cónsules de prestigio, antes del periodo de 10 años que debía transcurrir de un nombramiento a otro. Por otro lado, para que el cónsul nombrado pudiera hacerse cargo del ejército al inicio de la campaña en primavera, ya que la guerra en la antigüedad se hacía en primavera y verano, se hizo necesario adelantar el calendario romano a las kalendas de enero (1 de enero). Por tanto, estas guerras cambiaron el calendario romano, porque anteriormente las tropas llegaban a la meseta cuando junio ya estaba avanzado, por lo que perdían un tiempo precioso para hacer la guerra y se vio en la necesidad de adelantar su calendario a enero.

Como somos herederos del calendario romano, en el que se basa nuestro año oficial, podemos decir que las celebraciones que realizamos ese día son consecuencia de las Guerras Celtibéricas.

Porque mucho después, en el 46 a. C., Julio César decretó un nuevo calendario, conocido como calendario juliano, cuya vigencia es posterior a la conquista romana de Egipto. Había introducido un año regular de 365,25 días a lo largo de doce meses, con un día bisiesto introducido en el de febrero cada 4 años. Para ello se debió contar durante el año previo a su implantación un año de 445 días, denominado el “último año de la confusión”. Fue el predominante en Europa y sus colonias hasta el año 1582, cuando fue paulatinamente sustituido por el calendario gregoriano, de mayor precisión en un 0,002%. y que mantuvo el día 1 de enero como inicio como se había hecho desde las guerras celtibéricas.

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