Mariana Pineda, heroína de la libertad

Quien mejor ha ejemplificado la participación de la mujer en las conspiraciones liberales contra el absolutismo fernandino desarrolladas a comienzos del siglo XIX ha sido sin duda la granadina Mariana Pineda, convertida en mártir liberal tras su ejecución y sentada más tarde en el panteón republicano, junto a Padilla, Bravo, Maldonado y Riego. Posición que ocupó por su doble condición de mujer asesinada por defender la libertad. De hecho, en la zona de Granada veinte hombres murieron en la horca o por garrote vil entre los años 1825 y 1831 por acciones similares.

Ello a pesar de que generalmente se la ha presentado como una cosedora inocente que actuaría en el desarrollo de los acontecimientos como un mero adorno, en un mundo en que los hombres arriesgaban su vida para conseguir la libertad en España

Viuda de dieciocho años en 1822, con dos hijos pequeños a su cargo, cogió las riendas de su hogar y sustituyó a su marido en las tertulias liberales, soslayando así los prejuicios de la sociedad granadina. Y tras la vuelta del absolutismo colaboró, como otras viudas, ofreciendo su casa como refugio de liberales perseguidos. Conoció a José de Salamanca, estudiante de leyes en Granada en 1825, manteniendo con él una breve relación que probablemente lo llevaría hacia las conspiraciones liberales. Se trata del que después sería marqués de Salamanca, empresario de éxito y a quien se debe el nombre de uno de los barrios más famosos de Madrid.

Estuvo también unida a Casimiro Brodett, militar próximo al conde de Montijo, que no conseguiría la “purificación”, lo que acarrearía una boda frustrada y su marcha a La Habana mientras Mariana volvía a Granada, lanzándose de inmediato al activismo liberal en colaboración con su primo, Fernando Álvarez de Sotomayor, quien participaba en las conspiraciones que se fraguaban en Gibraltar cuando fue detenido por la policía y encarcelado en la cárcel granadina a la espera de su ejecución. Mariana, que lo visitaba, observó que los frailes entraban y salían de la cárcel sin ningún control, de modo que introdujo un hábito religioso con el que Fernando pudo llegar hasta la casa de su prima, donde estuvo escondido hasta que pudo escapar a Gibraltar.

Mariana Pineda mantenía su actividad política en ocasiones a través de su criado, Antonio Burel, quien había servido a las órdenes de Riego y manejaba ahora la correspondencia con los “anarquistas”, como los denominaba la policía granadina que llegó a detenerlo y confinarlo. Actuaba como agente de enlace entre los líderes revolucionarios y el pequeño núcleo de conspiradores de su ciudad.

La prueba del “delito detestable”, como fue calificado por el fiscal y por el que Mariana Pineda fue condenada, fue el hallazgo de una bandera a medio confeccionar que muy probablemente fue introducida por la policía en su casa después de hallarla en poder de unas bordadoras del Albaicín a quien Mariana había encomendado el trabajo. La bandera tenía tres letreros escritos con las palabras Igualdad, Libertad y Ley, además de 13 letras cortadas, un tafetán morado con un triángulo verde en medio y en un lado de él, bordadas de carmesí las letras mayúsculas B. y E, junto con otras letras, algunas a medio bordar. Signos claramente masónicos que no deben llevarnos a engaño. Domínguez Ortiz ya señaló que el miedo existente a llamar a las cosas por su nombre alimentaba equívocos como el de la masonería; a aquellos masones el ritual y los ideales masónicos les tenían sin cuidado, utilizándolos como tapadera de sus conspiraciones políticas.

Los intentos de que Mariana Pineda diese a la policía la información que poseía resultaron vanos y fue conducida desde la cárcel del convento de “Arrecogidas”, donde se encontraba internada, hasta el Campo del Triunfo, lugar en el que se había montado el garrote que daría fin a su vida de modo atroz.

La conspiración que debía liberarla en el trayecto señalado no tuvo lugar, debido al miedo de los protagonistas o porque se tratara sólo de una bonita leyenda romántica que no existiera sino en la imaginación popular.

(La información proviene de Carlos Serrano, quien a su vez recoge la aportada en la obra de Antonina Rodrigo, “Mariana Pineda, heroína de la libertad”).

1 comentario en “Mariana Pineda, heroína de la libertad”

  1. Hay quien se hace liberal en la vejez pero tú lo has sido desde siempre. De ahí esa pasión por ese tiempo histórico.
    Muy interesante, como todas la aportación. Aunque quizá ya esté llegando la hora de que aclaremos conceptos que, bajo la misma denominación, tienen matices diferenciadores. No es lo mismo el liberal del XIX que el del XXI, y no siempre coinciden liberal y republicano, ni mucho menos anarquista. Por eso son interesantes las aportaciones que nos ayudan a comprender al personaje, sus circunstancias y sus ideas, así como sus intereses personales, y sobre todo el miedo que estas últimas infundían a una sociedad en el poder que no quería modificaciones, sobre todo si estas eran públicas.

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *