Me asombra el asombro general que observo en relación con la situación del AVE, que por fin ha llegado a la Región de Murcia según el inexacto relato difundido.
Me asombra porque era algo conocido desde comienzos de siglo que el tren de alta velocidad llevaría a los pasajeros a través de Alicante en un larguísimo recorrido que hace desaparecer la velocidad conseguida. Por ello el Digital de Albacete titula: Inaugurado el Ave que une Murcia con Albacete y Madrid y que tarda más que si vas en coche. En modo de chufla dicen la verdad.
Pero no me asombra que esto sea así sino que haya sido una sorpresa para tantos, porque yo recuerdo que una fría mañana de enero de 2001 el presidente murciano, Ramón Luis Valcárcel aceptó que se enterrara del mapa oficial la línea ferroviaria a Madrid por Cieza, que quedaba solo para mercancías. Según se publicó en La Opinión de Murcia en marzo de ese 2001 Valcárcel explicó que «en la negociación sobre el trazado todos tenemos que ceder». El inquilino de San Esteban, acuciado por las críticas internas, llegó a decir que había aceptado el trazado del AVE «por solidaridad con Cuenca y con Castilla La Mancha que nos envía trasvases de agua».
Recordaba yo lo difícil que fue conseguir en el siglo XIX que se realizara la línea ferroviaria entre Albacete y Cartagena, pues a ninguna compañía le interesaba la línea por lo que el Gobierno tuvo que recurrir a licitar dos líneas conjuntamente para que pudiera ser aceptada. Quizás por ello el trazado original unía Albacete con Alicante, con un ramal a Cartagena. Entonces se luchó con uñas y dientes, pues significaba el progreso para la Región. En 2001 se volvió 150 años atrás y desapareció del horizonte un tren que nos comunicara con la Capital.
Tiempo después, en tiempos del gobierno de Zapatero, se conseguiría el objetivo de que el tren siguiese llevando a pasajeros por esa línea. Aunque pregonado desde vías con traviesas del siglo XIX, sin un solo kilómetro de vía electrificada, como se señala en https://rosarodanews.blogspot.com/ de donde extraigo algunos datos que mi memoria ha olvidado. Mientras, nos conformábamos pensando en que la antigua vía seguiría operativa. La prueba de que la esperanza debía mantenerse fue que la variante ferroviaria de Camarillas, proyectada en pesetas y pagada en euros parecía salir adelante. Pedro Antonio Sánchez posibilitó su terminación con dinero del Puerto de Cartagena. Una cantidad enorme pues hubo que construir costosos túneles para evitar el pantano que los trenes bordeaban a la velocidad de una bicicleta y que hoy parece tirada en un sumidero.
Escribía mi amigo Ginés Díaz en su muro de facebook “que Murcia es la séptima ciudad de España en población, pero que para ADIF y para el PP que diseñó el trazado, desde ayer es un pueblo más de Alicante, que ocupa el lugar 11 en población. Agradezco a ADIF que por primera vez llegue el tren electrificado a la capital de mi provincia y agradezco a la Plataforma prosoterramiento y al actual gobierno de España que llegue soterrado, no todo iban a ser malas noticias. Pretendían que diéramos una vuelta por España, antes de llegar a Madrid y lo han conseguido, menos mal que… se han conformado con que visitemos Alicante, Albacete y Cuenca”.
La llegada del AVE supondrá un enorme beneficio para el sur de la provincia de Alicante, en especial para las comarcas de Orihuela, Elche y Villena, que pasan a estar conectadas de modo eficiente con Madrid, también para la capital alicantina que se conecta con Murcia, a la que podríamos denominar Alicante Sur, y un poco a los habitantes de la capital murciana, con el desprecio del resto de los murcianos que quedamos en la miseria, en la miseria en cuanto a las comunicaciones: despreciados y aislados.
Los habitantes y los medios de comunicación de la ciudad de Murcia no entienden del daño que causan cuando anuncian a bombo y platillo que Murcia está conectada con Madrid. ¿Qué Murcia? Olvidan y desprecian al resto.
No es de extrañar que Cartagena exija ahora, creo que un poco tarde, la conexión directa con Madrid que les han arrebatado, como han hecho con los que vivimos en el norte de la provincia de Murcia y en el sur de la de Albacete. Pienso en Cieza, en Hellín, en Archena, también en Jumilla o Calasparra, cuyos habitantes han visto como los trenes han dejado de pasar.
Y todo por un plato de lentejas mal cocinado.