Brunton, el inglés.

Brunton, el inglés.

Comenté en una columna anterior la alegría y la expectación con las que el 7 de agosto de 1864 fue recibida en la estación de ferrocarril recién construida en Cieza la locomotora Albacete-Cartagena, que realizaba su primer trayecto. Y cómo se abrió entonces un cambio de ciclo económico basado en la industrialización del esparto que cambiaría la economía ciezana.

La llegada del tren lo cambió todo, pues desde entonces se podía producir para mercados muy lejanos que poco a poco fueron pidiendo cuerdas para atar las cajas de naranjas que los valencianos exportaban, maromas de cuerda para utilizarlas en los barcos o para otras muchas aplicaciones.

Cieza en ese momento era una sociedad plenamente rural hasta el punto de que la mayor parte de su población vivía diseminada por pequeños núcleos rurales lejanos a un pequeño caso urbano que apenas acogía a un tercio de sus pobladores. En el campo los aperos tradicionales eran abrumadoramente mayoritarios y el arado romano era protagonista indiscutible de los trabajos agrícolas. La insuficiencia de estos forzaba a emplear el trabajo humano de forma intensiva a fin de atender las exigentes necesidades de los cultivos.

El aumento demográfico originó una presión sobrevenida sobre la tierra, que la incipiente industrialización espartera alivió en parte.

A esa Cieza de fines del siglo XIX, en parte atrasada y aislada, pero que iniciaba un proceso de industrialización, llegó en el año 1896 Bernard Haslip Brunton, un londinense al que atrajo la instalación de la energía eléctrica en la zona y que venía pertrechado de una forma de ver el mundo, sobre todo de entender el mundo de los negocios, que algunos en nuestra zona ya atisbaban, como hemos comprobado.

La llegada a Cieza del inglés Brunton y su capacidad comercial sería decisiva, en los años siguientes, llegando a crear una empresa de construcción de maquinaria para hilado de esparto, a partir de lo cual surgiría con posterioridad una moderna instalación, «Manufacturas Mecánicas de Esparto S.A.» que en 1921 llegó a contar con un capital de un millón de pesetas.

La pasada semana tuve la fortuna de presentar en el Museo de Siyasa la conferencia de Manuela Caballero González, enmarcada en el proyecto Huellas de la Europerización en la Región de Murcia, en el cual la trayectoria de Bernard Brunton ocupa un lugar destacado, lo que puede comprobarse en la exposición que actualmente permanece en el citado museo y cuya visita aconsejo. La conferencia llevó por título Bernard Haslip Brunton. La trayectoria vital de un ingeniero británico afincado en Cieza (1871-1953).

Siempre me sorprendió el dinamismo del inglés, así como su capacidad de trabajo, lo que hace que en un seguimiento de sus huellas lo encontremos en un establecimiento industrial, como los citados, instalando la luz eléctrica en el Valle del Segura, en un establecimiento comercial como el Garaje Inglés o buscando en los montes plantas aromáticas a las que aplicar un tratamiento industrial. Un hombre excepcional cuya trayectoria merecía un estudio de carácter histórico que ahondara en su biografía y en sus logros, relacionados con Cieza desde su llegada.

Y estos estudios se están realizando de la mano de Pascual Santos, de María Dolores Piñera y de Manuela Caballero, quien en su exposición en el Siyasa nos relató su trayectoria personal, en relación con su boda con Carmen Trigueros, una blanqueña instalada en Cieza y su decisión posterior de quedarse en la zona hasta su muerte. Y de su trayectoria profesional, con las instalaciones en el conocido como Callejón de los Tiznaos, al ser la calle por la que entraban y salían ennegrecidos los trabajadores de la fragua. Muy cerca de allí se vendían coches Ford, pues su temperamento innovador lo relacionó con el mundo del motor, hasta el punto de participar en la creación de un prototipo de automóvil con vapor que tenía cinco metros por dos, con una gran chimenea, que pesaba tres mil kilogramos y que alcanzaba la friolera de diez kilómetros por hora y que los ciezanos admiraron asombrados.

Además, como tantos otros ingleses que vinieron a España por esa época, trajo a Cieza el deporte del fútbol, al fundar el Club Deportivo Cieza.

Al jubilarse, la familia se instaló en Blanca, donde murió en 1953.

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *