La primera fábrica de esparto

Con la apertura de la estación del ferrocarril, cuya primera locomotora fue recibida en agosto de 1864, comenzó a un nuevo período para la sociedad ciezana caracterizado por el franco auge de la industria espartera, que aprovechó la gran demanda producida en Inglaterra, hacia donde se comenzó a enviar gran cantidad de esparto para el abastecimiento de sus industrias papeleras que por el conflicto norteamericano de Secesión habían quedado desabastecidas, pues el consumo de espartos papeleros era muy pequeño en el interior de España.

Hasta 1860 el esparto se dedicaba sólo a útiles de labranza y al servicio doméstico y la única producción industrial eran las sogas para amarre, realizadas con el machacado primitivo de golpe tras golpe. Poco después vino a Cieza el capitalista francés Alfonso Brunet e instaló la primera turbina para uso industrial, realizando los primeros ensayos para la fabricación de borras y majado de esparto mecánico, según lo que conocíamos hasta hace muy poco respecto al comienzo del proceso industrializador ciezano basado en esa fibra. Pero nuestro conocimiento acaba de dar un salto espectacular.

En el último número de la revista Andelma, publicada por el Centro de Estudios Histórico Fray Pasqual Salmerón, Pascual Santos y Manuela Caballero presentan un artículo titulado El ingeniero donostiarra Alfonso Brunet Bermingham. Pionero en la industrialización de esparto en Cieza (1837-1880) en el que ofrecen datos nuevos y un nuevo enfoque sobre el comienzo de una industrialización que alcanzaría grandes dimensiones, con una proliferación de locales industriales en Cieza: en 1911 contaba con trece, instalados en las afueras de la población: en la Puerta de Madrid, en el camino del Molino y en Bolvax. La Compañía Anónima de Industria y Comercio poseía catorce mazos para picar esparto con máquinas generaban una potencia de 177.000 Kilovatios. Manuel Lucas Lucas era propietario de dos locales en los que se repartían dieciocho pares de mazos, mientras que otros industriales poseían modestos establecimientos.

La primera de las novedades que el artículo aporta se infiere del propio título: Alfonso Brunet no era francés, sino donostiarra, perteneciente a una familia de larga tradición industrial y comercial, con intereses en distintos sectores, como el comercio ultramarino, la banca o la industria.

De ellos heredaría el espíritu emprendedor, culminando con ello la mayoría de sus empresas, que lo llevaría a instalarse en Cieza en 1867, con treinta años de edad y acompañado de su mujer inglesa, comprar el edificio que un francés, Poirson Cosson (es probable que de ahí derivase la confusión) terminar el edificio y comenzar la fabricación de utensilios de esparto a partir de un proceso industrial.

Un proceso basado en la fuerza hidráulica que movía “tres máquinas de hilar movidas a mano con menos de 10 husos cada una, 3 cardas de esparto movidas por agua y un batán con 16 mazos de picar esparto, también movidos por agua”.

Los autores se desplazaron hasta San Sebastián y consiguieron establecer relación con sus descendientes, a través de quienes accedieron a una importante información que les ha servido para profundizar el conocimiento del comienzo de la fabricación de esparto en Cieza, y por ello en el conjunto del sureste español.

Cabría pensar que aquel edificio industrial, el primero dedicado a la fabricación de esparto, habría desaparecido, como ha ocurrido con la mayoría del patrimonio industrial ciezano, pero en muchas ocasiones las imágenes antiguas ayudan a conocer el pasado tanto como lo pueda hacer una carta remitida por Brunet a su padre. Entre 1870 y 1871 J. Laurent y Cía realizaron una serie de fotografías sobre Cieza, en una de las cuales apuntaron a la ermita del Santo Cristo, cuyo edificio aparece en ella con una sola torre levantada. La fotografía sirvió al artista Tete Lukas para colorearla digitalmente, una imagen que observaron Manuela Caballero y Pascual santos con mucha atención: allí sobresalía el techo de una construcción. Efectivamente se trataba de la primera fábrica de Cieza, según la afirmación realizada por estos tras consultar planos y datos.

El próximo 4 de mayo, los autores de la investigación darán en la Biblioteca Municipal una charla con el título de La ruta de la Arqueología industrial de Cieza. Un patrimonio por descubrir dentro del Ciclo de Conferencias relativas al patrimonio ciezano que ha organizado el Centro de Estudios Históricos Fray Pasqual Salmerón. Seguro que en ella ampliarán la información de su interesante artículo.

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