La mayoría de los historiadores de la ciudad coinciden en señalar que la noche de las urbes actuales está determinada por la iluminación, señalábamos en una columna anterior. Solo con la luz artificial emerge el contorno de la ciudad nocturna. Del siglo XVI provienen los primeros signos de una cierta iluminación permanente, pero no sería hasta mediados del siglo XIX, con la Exposición Universal de París de 1867, cuando se marcó un punto de inflexión decisivo.
Anteriormente a esas fechas la oscuridad acompañaba a las personas durante gran parte del día de modo que limitaban al máximo su actividad. En la antigua Roma la oscuridad era mucho mayor de lo que las representaciones realizadas en el cine o en los documentales nos dan a entender. Se señala de este modo en la excelente exposición organizada por el Museo Arqueológico Provincial de Murcia, El Resplandor de Roma. Lucernas romanas en el sur de la cartaginense, que puede ser visitada hasta el 26 de noviembre.
La exposición muestra cómo eran las lucernas romanas, sus sistemas de fabricación y decoración y su significación en la vida cotidiana del mundo romano, sobre todo en época imperial, cuando floreció de modo vertiginoso una amplia red de oficinas para cubrir la amplia demanda de lucernas personificadas.
Las lucernas, las antiguas lámparas romanas eran pequeños utensilios, hechos en piedra o de terracota, usados desde la prehistoria aunque fueron los antiguos romanos quienes explotaron su producción masiva y su uso generalizado para tener luz artificial. Equivalente a nuestros candiles o lámparas de aceite se convirtió entonces en un objeto de iluminación, adoptando formas muy variadas formas, pues era el gusto de los compradores quien lo decidía.
Se trataba de un utensilio de forma cóncava, donde se depositaba el aceite y con ayuda de una mecha se producía y se conservaba la luz. Fabricada en arcilla, pero también en metales como el bronce y la plata, respondía a una necesidad básica, como es la iluminación. La posibilidad de contar con múltiples puntos de luz en una estancia permitía por primera vez al hombre de la Antigüedad romper el ciclo determinista de horas de luz y horas de sombra impuesto por la Naturaleza y poder desarrollar una vida nocturna (Ángel Morillo Celdrán: “Lucernas romana en Hispania: entre lo utilitario y los simbólico.”)
En ellas predominan las representaciones mitológicas, de héroes, leyendas divinidades o animales fantásticos, además de representaciones de la vida cotidiana, incluyendo representaciones eróticas, como la que aparece en la lucerna encontrada en la Cueva de la Serreta de Cieza, escena que se representa sobre un clinium, realizada en el siglo III de nuestra era y que se conserva en el Museo de Siyasa.
Porque la exposición cuenta con una variada selección de las principales piezas de estos tipos expuestas en los museos arqueológicos de la Región: Cartagena, Murcia, Caravaca de la Cruz, Cehegín, Bullas, Mula, Jumilla, Cieza, Lorca, Alhama, Águilas y Mazarrón, obtenidas tanto en las numerosas intervenciones arqueológicas sistemáticas como por donaciones particulares y decomisos judiciales.
Otra lucerna con un delfín en el disco y con representación de vegetales, del siglo III, se encontró también en la cueva de la Serreta (recordemos que allí se excavó una casa romana dentro de la cueva) y forma parte también de la exposición, como una de las más bellas de las expuestas, que perteneció a la colección Aguado-Moxó, representa tres bustos y se guarda en el Museo Arqueológico Provincial. También una lucerna africana tardía, realizada entre los siglos V y VI que conserva lo que pude ser una cruz, en el momento en el que cristianismo se había extendido por las costas mediterráneas, tanto al norte como al sur. Un cartel de la exposición la relaciona con “el ocaso de la luz”, pues las lucerna tardeoantiguas cristianas o norteafricanas fueron la última de la gran familia de las lucernas romanas. Elaboraciones exclusivas del norte de África fabricadas en terra sigillata africana, tuvieron una importante difusión en esa época por el Mediterráneo occidental.
Después, con la irrupción definitiva de los bárbaros, la oscuridad volvería a imperar por los territorios romanos durante siglos.
La visita a la exposición me parece imprescindible.